jueves, 13 de octubre de 2011

Esta estación...

Quizás puedas ser luz a todo lo que me pasa o tal vez produzcas una confusión más profunda de la que ya rueda por mi cabeza. Fue memorable el día que por primera vez alguien vio en ti un prospecto para calar en mis huesos para hacerlos temblar y que le haya hecho caso. Fueron tus palabras las que animaron cada día de ese verano, produjeron en mí aquella necesidad de guardar provisiones para el invierno, mi combustible, mi ánimo, mis fuerzas, la razón para procurar tanto la tecnología.
Pero hay que saber sembrar en buena temporada pues de lo contrario te atrapan las estaciones en mal momento y son capaces de destruir lo que tanto trabajo te dio que naciera. Nunca entendí lo que era un amor de verano pues nunca me di a la tarea el vivir tan absurda e inmadura etapa de la vida de cualquier adolescente. Creo que me privé de muchas cosas por mis vivencias y frustraciones ya fuesen vividas en carne propia o vistas como ángel de la guarda de otros humanos. Pero hoy no me toca hablar de mis frustraciones, mas bien quiero sacar dentro de mi lo que bipolariza mi sonrisa, lágrimas y cuerpo; curva mi esperanza y encarcela mi fe.

Tenerte cerca hubiese sido lo ideal si dentro de tus planes estuviese yo como lo habíamos hablado. Pero se interponen hermosas mariposas en el camino que distraen tu sur y te llevan al norte. "De dónde salen tan hermosas alas? por qué aún sin pronunciar palabras siento que comprendo su vuelo?", te preguntas sin pudor. Viras el timón de tu vista y encallas tus esperanzas en aquello que te produce soñar día tras día. Y yo en mi muelle, con las cartas esculpidas en mi cabeza, con las ganas de morder aquella ilusión, con el deseo de entregar mi alma sin miedo. Y tu en tus mapas, trazando el próximo viaje a tu isla de mariposas, listo para bautizar un barco con su nombre y recorrer el mar caribe.

Tonta fui al creer que no destrozarías mi corazón ya otras veces molido y restaurado. Porque si nos abrimos a un nuevo amor debemos estar conscientes de que debemos mostrar nuestra alma y vencer los prejuicios. Debí seguir mi instinto y darte solo migajas, debí conocer tus palabras, debí, debí, debí... y quedo en la deuda sin saber cómo pagarle tanto derroche a mi alma.

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